“Los beneficios que tendrá el niño con la actividad física pueden dividirse en dos grandes partes: la biológica por un lado, y la cognitiva, mental, por otro”, comienza explicando Timóteo Araújo, docente e Investigador en las áreas de Actividad Física y Niñez, Ejercicio y Envejecimiento. “Por ejemplo, cuando los niños están participando de un partido, están organizando una estrategia, resolviendo problemas con la pelota, con los amigos, con los oponentes. No es la idea de la competición en sí, sino la idea de organizar el grupo”, puntualizó.
En una entrevista exclusiva que ponemos a disposición en nuestro canal de YouTube (ver aquí), el especialista de origen brasileño recordó además que “de acuerdo a las recomendaciones de la OMS, cualquier persona debe tener un mínimo de 30 minutos de actividad física diaria, pero no olvidemos que para los niños, el mínimo debe ser de 60 minutos, todos los días de la semana”. Y remarcó con énfasis lo de “todos los días de la semana”, para redondear la idea de que se deben totalizar como mínimo 420 minutos de actividad física a la semana.
La importancia de la familia
Araújo fue contundente: “Lo que sabemos científicamente es un niño con una mamá y un papá activo tiene siete veces más posibilidades de ser activo cuando llegue a la edad adulta”. Al respecto del rol de la familia, el profesor adelantó algunas claves importantes sobre el rol de la familia en la adquisición de hábitos vinculados con el movimiento y la vida activa. “No importa si es caminando, nadando o jugando a la pelota. Lo importante es que sea una actividad física que para la familia tenga alegría y disfrute. No necesariamente lo más costoso, sino que tenga la alegría de compartir en comunidad”.
Para completar la mirada sobre la importancia de los adultos como precursores de la actividad física, podemos citar también una investigación realizada por Journal of Physical Activity and Health, que confirma lo antedicho. En ella, participaron 83 familias voluntarias. Se los animaba a caminar al menos 2.000 pasos más de los habituales. Los resultados indicaron que cuando las madres cumplían la meta, sus hijos caminaban en promedio 2.117 pasos más. Cuando no lo hacían, los menores solamente daban 1175 pasos adicionales. Los resultados fueron similares en el caso de los papás.
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